lunes, 26 de mayo de 2014

R. Madrid 4-1 At. Madrid - ¿Cómo no te voy a querer?


 Si me leen, es porque están muy despistados, muy aburridos, o bien son unas cotillas que sienten cierta curiosidad por ese toque personal que intento darle a las cosas, esquivando en lo posible lo meramente futbolístico. Así que hoy, con algo parecido a un jet-lag transoceánico tras haber ido a Portugal sin más entradas que las de este blog, escribo lo que me transmitió el partido desde que empezó esta expedición: una de las experiencias de mi vida sin duda. Es mejor centrarse en las sensaciones tras un amargo desenlace como el que se vivió la noche del sábado. Además, hoy más que nunca ¿qué cojones os voy a contar ya que no sepáis? Un día que pasará a la historia rojiblanca y del fútbol mundial, pero en la que al igual que hace cuarenta años nos toca desempeñar el papel de derrotado. Es quizá la crónica que más tristeza me produce, pero por descontado la que rezuma más orgullo. No pretendo que lo entiendan, tan solo que lo acepten. 


La víspera del partido estaba todo listo, y me dispuse a matar el insomnio viendo el documental de Teledeporte en el que se hablaba de la final de Bruselas. El partido ya lo había visto, pero fue un placer ver imágenes para mí inéditas de los jugadores de la época y su modus operandi. Tras elegir la camiseta del Atleti que me iba a poner decidí sacar dinero antes de partir, para ir quitando trámites de en medio. El cajero se traga la tarjeta. Eso solo hace que vaya prácticamente a merced de mi compañero de andanzas, pero no importa. Eso sí, la camiseta elegida (fuera de casa 02/03) se queda en casa y me llevo otra nuevecita de Uruguay con Forlán en la espalda. El viaje de ida fue placentero, aunque por desgracia no puede decir lo mismo un pobre conejo extremeño al que atropellé sin querer. DEP sin coña ninguna. El viaje continuó a ritmo de clásicos British mezclados hábilmente con música portuguesa y futbolera. La sensación de adelantar a hordas de autocares rojiblancos en tierras lusas fue inolvidable. Así llegamos a Lisboa, el sitio en que debíamos hacer historia. Me sentía especial, pero más se querían empeñar en hacerme los de la tele. Tras preguntarme de dónde venía y con qué sensaciones dejaron ese archivo audiovisual en el baúl de los recuerdos. No salió y me importa una mierda. Ni se lo dije a mis padres. 

Poco a poco la ciudad se iba poblando de ambos bandos. Ya he dicho varias veces que soy del sur, y allí ser del Atleti es poco menos raro que saber tocar la balalaika o haber visionado toda la filmografía norcoreana. Por lo tanto, cualquier atlético madrileño que me lea, no se hará una idea de lo gratificante que es sentirte en tu tribu por un puñetero día. Turismo hacinados en tranvías y metros, con algún gili que otro. Una decepción muy grande ver el estadio tan cercado y desde tan lejos. No era el mejor día para ir, pero si no es por el aliciente de la final cuesta mucho arrancarse a ir de Málaga a Lisboa. Pasteles de Belém, limosna al primer mendigo que ví para subir el karma rojiblanco de cara a la final. No toqué tampoco las figuras que hacían referencia a la final si éstas se parecían lo más mínimo a la Copa de Europa. Había que maximizar las opciones de victoria incluso desde gilipolleces como esa. Todo iba a pedir de boca excepto por el cansancio y dolor de tarro que me invadió tras el almuerzo. No me avergüenzo de decir que en ese momento el partido no estaba en mi cabeza, sino una presión que reventaba los párpados y las cervicales. No había dormido mucho antes de partir a las 2:00 de la madrugrada y lo estaba pagando... Aproveché la coyuntura para hacer algo parecido a una oración (y cerrar los ojos como el que no quiere la cosa) en Sé Catedral, en ella en absoluto pedí por el partido: el Atleti es de todo menos celestial. Y Neptuno ya sabría lo que tenía que hacer. Su imagen en el suelo del Padrão dos Descobrimentos me reconfortó. 


Y así siguió la tarde, hasta que me rendí al sueño en el coche y dejé volar libre a mi amigo vikingo. Luego fue más fácil de lo previsto encontrar un lugar para verlo. Restaurante O Cardo. Imagino que fue un acierto retransmitir finalmente el partido en las fanzones para liberar el resto de sitios: no se pueden imaginar la cantidad de gente de ambos bandos que había en la ciudad. Tras tratar de cenar rápido y pronto para centrarme en el juego, comenzó el partido más importante de la historia del Atleti desde que lo conozco. Muy bueno el Bacalhao Grelhado, al igual que el Frango del mediodía mientras intercambiaba impresiones con los dos atléticos que ya había en la mesa. Buena costumbre esa de optimizar el espacio, máxime en un sitio tan pequeño como Casa Liege. Así comenzaba el duelo, Atleti contra Real; SuperBock contra Sagres. Pintaba bien la planta del equipo, sin concesiones tontas excepto un fallo en la salida de balón que por poco cuesta un gol. Además sacamos petróleo en el gol de Godín. Pero quedaba una eternidad. Teníamos un cambio menos, que a la postre sería clave, y el Madrid comenzó a venirse arriba. De boquilla decía que era cuestión de tiempo que empatasen, en una suerte de psicología inversa. Estaba yendo todo bien. No se podía escapar, pero aún quedaban un par de minutos y medio. 

"El Atleti campeón de la Champions"- dijo un gilipollas integral y supuestamente de los nuestros. "No digas esooo" - le increpé (¿Cómo puede decir eso un aficionado del Atleti?). Confianzas cero. Pero va y centra Modric, se oyen gritos en el bar de al lado, que iba unos segundos por delante. El tiempo paralizado. Parece que no va a entrar. No puede ser. Gol. Nunca demostraremos si fue porque un individuo formuló esas palabras prepotentes indignas de un seguidor colchonero, pero en mi universo paralelo sí. Eso desniveló la limosna disimulada al transeúnte en la mañana, y la oración desinteresada en la Catedral para pedir tan solo una vuelta sin incidentes en vez de pedir el oro y el moro. No me avergüenza reconocer que restallaron lágrimas que no llegaron a mojar el párpado, pero eso fue tras un grito de Atleeeeti (iniciado por el mismo imbécil que fomentó el gol del empate) que me hizo merecer la pena la horas de cansancio. Quedaba otro asalto. Necesitaba recargar tanto como los jugadores. Mear por enésima vez también. Ahí les juro que estaba convencido de que era posible aún. Imagino que la mayoría pensábamos eso a pesar de que Ramos se disfrazase de Schwarzenbeck minutos antes. Esta vez tenía que ser. Yo veía penaltys. Ya lo dije cuando los de Cuatro me entrevistaron incrédulos y les dije que venía tras hacerme siete horas de coche por amor a unos colores. La primera parte del tiempo extra transcurrió amortiguando el supuesto efecto psicológico que ese gol tendría en el partido. Pero la segunda, sin apenas fuerzas ni brillo, y de nuevo con el puto desfase en las teles de los bares, me anticipó el nuevo gol que nos ponía por detrás tras haber estado a segundos de conseguirlo. Quizá ese intervalo fue más sádico, pero también redujo la punzada que me azotó tras el tanto. Ahí seguía creyendo, aunque estaba fuera de mí, murmurando como una vieja reza el rosario palabras de ánimo, como si eso fuera a repercutir en que alguien metiera el empate, o cortara el disparo del tercer gol. El cuarto ni lo ví, nos enteramos por carretera. Así me ahorré la serie de despropósitos del final, aunque luego no dejó de producirme lástima la celebración de Cristiano tras ese gol. También me disgustó que Simeone entrara al trapo del niñato ese que tiró el balón, porque luego parece que no sabemos perder, y NO es así, aunque tampoco somos gilipollas. Este equipo y los buenos atléticos sabemos perder y ganar. Marcador duro, resultado justo. Como hace cuarenta años. Pero no tiene por qué ser así siempre. Por mucho que transmita supersticiones en cada partido dramático, cada vez me doy más cuenta de que el destino se escribe sobre la marcha y que todo es posible. Este equipo nos ha llevado a una odisea inolvidable que espero tenga continuidad la próxima temporada. Por desgracia o por suerte no sabemos qué pasará, pero yo ya pienso en la Supercopa de España y en el próximo partido de liga, lo mismo voy y no me pierdo la entrega del trofeo. Porque no olvidemos que somos Campeones de España. La derrota, ya dos días después, queda mitigada por tanto orgullo que siento por este equipo. Una suerte de morfina contra el dolor de no saber cuándo se volverá. Esperemos que no desmantelen al equipo y que se siga trabajando en la misma línea ascendente. Ahora solo quedan dos cosas: felicitar al rival, que ganó en buena lid, como dice su puto himno, en el cual aparece mi apellido (adalid); y por otro lado dar gracias infinitas...

...Gracias al cuerpo técnico, encabezado por Simeone y seguido por Germán Burgos, el Profe y demás nombres que me avergüenzo de no saber al dedillo. Gracias a los jugadores, del primero al último que se haya dejado la piel esta magnífica temporada. Gracias a la afición que ha viajado con el equipo o animado desde casa. Gracias a la gente que le late la pasión por este equipo y alguna vez ha sido partícipe conmigo la misma, ya sea intercambiando un gesto de complicidad o simplemente escribiendo una noticia en su blog colchonero. Gracias a familiares (en especial a mi sobrino y mi cuñado) y amigos que han vivido conmigo los partidos o me han aguantado hablando de los mismos permitiendo mi desahogo: perdón y gracias. En este apartado mención especial a mi pareja, por ser la principal afectada y para colmo no poder venir a este viaje cuando ella formaba parte del trío que prometió ir allá por febrero. Y gracias muchas a mi compañero de aventura Jose Miguel, más raulista que madridista, que el hombre ni vio el alzamiento de la copa ni el último gol (porque no le dio la gana) y seguramente por deferencia a mí, aunque de buena gana le hubiera dejado disfrutar ese instante. Lo dijimos y lo cumplimos, eso es de ser grandes. Gracias también a mí mismo, qué coño, por elegir al Atleti y saber sacar siempre lo mejor de la montaña rusa de emociones a flor de piel que es esta religión. Gracias a los jugadores antiguos que me han marcado, sobre todo los héroes del 74, de los que me acordé muy mucho en los minutos finales del partido. En especial de Don Luis por motivos obvios y del Señor Gárate: el otro día cuando se le quebraba la voz recordando lo cerca que ellos estuvieron de lograrlo me constató aún más lo grande que es. Si imprimen este testimonio y lo ponen al trasluz, verán una marca de agua con el escudo del Atlético de Madrid. Gracias Atleti. Gracias. No es por tirarme el rollo, pero nunca lo entenderéis si no estáis dentro.

Dije que esta iba a ser mi última crónica. Ahora no estoy tan seguro. Lo que sigue siendo cierto es que intentaré meter un contenido más romántico-histórico, en lugar de seguir como una lapa la evolución del equipo. Clubes curiosos, partidos legendarios, jugadores míticos, controversias varias, y siempre el balompié como piedra filosofal. Pero hoy no podemos acabar sin volver al tema principal. Concluyo afirmando que estoy convencido de que volveremos, y para ganar. No porque el destino nos deba nada, sino porque tenemos un par de huevos y tarde o temprano nos llegará nuestra ansiada Copa de Europa. Cabeza arriba. Nos leemos.

martes, 20 de mayo de 2014

Barcelona 1-1 At. Madrid (J38) - Qué manera de poder

 Conforme más se acercaba la cita más rápido pasaba el tiempo, más claro lo iba viendo, más confiaba y creía en este equipo. Luego fue empezar el partido y ver la actitud combativa a pesar de las lesiones y el gol en contra cuando creí sin ver. Aunque esto no es del todo cierto, porque en la pantalla se veía a un grupo irreductible de héroes áureos peleando cada balón como leones, como si valiese un campeonato vamos. Por encima de las circunstancias, pasase lo que hubiese pasado, me sentí más que nunca orgulloso de pertenecer a esta religión. Si es que dan ganas de ir puerta por puerta  cual testigo de Jehová contando a la gente las bondades del cholismo. Pero lo mejor estaba aún por venir. Que aunque uno confiase, el marcador no dejaba de ser adverso. El comienzo de la segunda parte, a lo Stamford Bridge, nos dejó a todos sin aliento. El factor psico-ilógico innato del Atleti combina sorprendentemente bien con la mecánica precisa del juego que ofrece este equipo. No dejar nada al azar, manteniendo las tres efes (FÚTBOL, FE y FUERZA) ha dado lugar a partidos memorables y a un título de liga histórico por cómo se ha producido: la mayor hazaña deportiva a alto nivel que he visto en mi vida (hablo desde la euforia relajada de tres días después). Ni les cuento ya como en Lisboa presencie un nuevo triunfo. Pero no nos desviemos de lo que hoy atañe. La liga, mucho más sacrificada y dura de lograr que la Champions, ya nos pertenece. Ha sido tras un intervalo de 18 años, que dan para muchas cosas. Yo tenía ocho años y medio la última vez. Pero ya no hace falta ponerse en plan nostálgico para recordar. Ya hay un nuevo dígito en el contador de liga, para emparejar con el otro diez de copas, conseguido curiosamente hace justo un año. No solo es el nuevo título, sumamente meritorio tras quitarle la hegemonía a Fortunata y Jacinta. Es mucho más. Es la forma de conseguirlo, desde el primer partido en Sevilla hasta esta final en la fecha 38. Es el legado intangible que va dejando el Atleti de Simeone a su paso. Los niños ilusionados que no dentro de mucho irán al Calderón o llevarán la camiseta rojiblanca por la calle. Ese espíritu combativo que cala hondo hasta en mi equipo de fútbol sala. La vuelta a los orígenes del Atleti en su esplendor, precisamente en una época en la que el fútbol moderno aplasta inmisericorde los viejos valores. Si hasta uno duda de si los merengones querían que perdiera el Barsa o realmente que ganase el Atleti por merecimiento... Eso sí, por mucho merecimiento que estuviese sobre el tapete, hubo que sacar hasta la última reserva para lograrlo. Así sabe mejor, incluso mejor que ganarla en el Calderón, fíjense lo que les digo. Ha habido mucha gente que lo daba por hecho y que tras la semana pasada se rajaron. No les culpo a los que no, pero dichosos los que creyeron. Orgullosamente me incluyo este último grupo. Había que tener muchos huevos y estar lo justo de cuerdo para esperar el gol del Faraón Godín. No se podía escapar joder... Después más suspense porque era el Barça que por peligro real, el tiempo pasaba más lento que el caballo del villano más vil. El intervalo entre el minuto 81 y el 89 se hizo más largo como el periodo de tiempo si ganar la copa. El pitido final en ese saque de banda, Gabi y Raúl abrazados en el suelo, la afición rival aplaudiendo (chapeau, no me lo esperaba)... Algo grande había sucedido. No lo hace nadie. El Atleti en estado puro: ganador, con suspense, pero ganador las más veces, digan lo que digan los analfabetos en Historia del fútbol. Una victoria además desde la humildad, porque si bien el nuestro no es un muerto de hambre, monetariamente no hay color respecto a Telma y Louise. Hay muchos otros equipos que compiten contra jeques y multinacionales que han sucumbido (Liverpool, Dortmund...), así que más mérito aún tiene en los tiempo$ que corren. Una victoria de honor, de huevos, pero quiero destacar que con mucho fútbol. Ya pueden vender las motos que quieran los detractores tildando de juego sucio o rácano (os metéis el autobús por el culo), porque este equipo cuando está on fire hace una interpretación perfecta del balompié.


Pero tras este exitazo, que nadie se vaya, ni que decir tiene que el fin último ha de ser la continuidad en esta línea ascendente. La herencia en vida que sigue dejando la generación cholesca tiene que servir para buscar tiempos de mayor constancia. Eso es lo principal, más allá de ganar en sí. Sería imperdonable, aunque por desgracia posible, que se dilapidara el tesoro construido en estos años con el argentino al mando. Hay que seguir arriba para que los que hoy se alegran porque gane el Atleti siendo de Pimpinela, antes de hablar en actitud paternal se lo piensen dos veces ante el temor, o bien sean felices conversos. Eso querrá decir que esto marcha. De momento, no hay que ser vinagre, y se agradecen los auténticos gestos de felicitación vengan de donde vengan. Máxime cuando aquí en el sur, los acelerones de motos, los pitidos de coche y los salpicones de agua están deliciosamente minimizados cuando Neptuno sale del océano. Es un círculo en el tetris el encontrar a cómplices de batalla entre tanto bipartidismo. Lo que ellos no vivirán son experiencias más personales, como que le hagan a uno un gofre rojiblanco, que te pare un ciclista desconocido para alabar sinceramente a tu equipo sin saber de dónde vino y por dónde se fue, o que cualquier viandante se quede mirándote como a un pingüino en el desierto. "I'm an alien, a legal alien", no sé si como Sting en New York o peor... pero mola esa sensación. Una alegría interna que le hace a uno sentirse estúpidamente culpable por vivir este momento único. Te das cuenta de que compensa la zozobra de los días entre partido, la tensión latido a latido, los desplazamientos a Granada o Sevilla, el trasladarte a donde hiciera falta para encontrar un techo (atlético a poder ser) bajo el que ver los partidos, o bien descargarlos para su posterior visionado aún sabiendo el resultado, incluso autorturarse uno sin más referencia que la aplicación de móvil de turno, todo ello para luego sangrar letras en esta web... Compensa sí, pero no solo este año, no solo este lustro, no solo esta década, no se equivoquen: siempre. Y al menos a mí, estas situaciones de alegría por lo deportivo también me sirven para valorar el resto de cosas buenas del inventario. Lo propio. Mejor acordarse ahora de los patrimonios personales (familia, amigos, posesiones inmateriales...) que cuando se pierde ¿no? Hubo suspense, el indio disfrazado de sheriff dejó caer la pistola, quién sabe si aposta, pero finalmente sorprendió desde el suelo para encañonar al malhechor.


Y así, tres días después de esta proeza, he seguido saboreando la victoria mientras leía el periódico de recuerdo, ese que solo se compra cuando gana el Atleti o la selección, y últimamente me he gastado dinero en esa mierda. Buena señal ésta. Mientras me bebo una Keizer Karel Charles Quint Rouge, como me podría beber una puta Steinburg, uno sigue con el orgullo a flor de piel, y no quiere soltar el teclado ni para terminársela. Gracias Simeone, gracias Germán, gracias Profe Ortega, gracias a todo el que haya puesto un granito de arena en el cuerpo técnico o apoyando al equipo, gracias sin excepción a todos muchachos que son superhombres, gracias por volverlo a hacer.

La Familia
Con el extra de motivación que ha de haber supuesto esta victoria, se nos aproxima una nueva cita con la Historia. Muchos rostro pálido (sin acritud alguna) dicen jocosamente que no seamos avariciosos, que dejemos la Copa de Europa, como siempre me ha gustado llamarla en vez de Champions, para ellos porque ya tenemos la liga: y una mierda! Magullados, heridos, pero con ilusión deslumbrante y con la bendición de los héroes del 74 a la espalda, veremos si se cumple otro sueño, que tornaría la hazaña en milagro empírico. Esta semana, al contrario de la pasada, en la que me martilleaba en la fase REM la parada de Willy Caballero, discurre más apacible, pero no por ello estamos relajados. Se viene una finalísima en la que con los soldados disponibles, y parafraseando a Simeone, habrá que seguir creyendo y trabajando a partes iguales. Así pudimos en el Campo Nuevo, y solo así se podrá en Da Luz. Cada vez menos latidos para la final...


martes, 13 de mayo de 2014

Pre(-)tensiones

En estos días me estoy  dando cuenta de que me afecta mucho, por no decir demasiado, el devenir del Atlético de Madrid. No rindo bien en el trabajo, me despisto con la pareja, me cuesta pensar en otra cosa coño. Por más que rehúya el tema siempre es recurrente hablar del puñetero Atleti (ver el vídeo del final). Estoy cansado mentalmente, y me avergüenzo por ello... Hace poco, hablando por internet de la actualidad deportiva con un compañero a miles de kilómetros de distancia, éste me preguntó con tino: "¿Acaso tienes acciones en el Atlético de Madrid?". Mi respuesta, fue: "sí, acciones espirituales". Detrás de esa etérea y fundamentalista respuesta se esconde una pasión absolutamente sólida e ingobernable. La misma que me impulsa a hacer cientos de kilómetros para ver el partido en cualquier estadio o televisión a tiro si el cuerpo me lo pide. Tal pasión que me hace ocupar un jugoso porcentaje de mi tiempo en ensoñaciones de todo tipo mientras pasa el tiempo entre final y final, y que incluso últimamente me hace dejar de ver encuentros decisivos con cualquier excusa por no aguantar tanto estrés, a lo Gil Marín dando vueltas por la M-30. Luego me cachondeo de los semanasanteros o me sorprende la devoción de los norcoreanos a su líder. ¿Acaso yo estoy libre de pecado? Yo elegí, quizá desde la inconsciencia de un niño al que solo le llamaba la atención la sonoridad del nombre o los colores de la camiseta, una causa que en mi tiempo más que nunca se posiciona como lo utilitario, lo mundano, la tía buena sin medio kilo de maquillaje, el sexo con aliento mañanero, con sus pros y sus contras. Sea como fuere, elegí ser Steve Rogers en vez del Capitán América, cosa que como dice el gran Anyzed, no suele ocurrir. No obstante, no me creo un aficionado superior por ser del Atleti, cada palo que aguante su vela, pero es que esta vela alumbra más que ninguna joder... El escenario que se plantea es el más épico de los posibles. Gane el que gane será justo vencedor. Sabíamos a qué nos ateníamos de no ganar el pasado partido. El que diga que no se quedó frío miente como un bellaco. En mi opinión hubiera sido insuperable hacerlo en casa, pero el destino es juguetón, y nuestro Atleti también. El que más y el que menos, sabe que es el más difícil todavía. Condicionantes por doquier que se antojan favorables al rival que mejor ni pensarlos, ¿porque qué importan cuando en medio está la ilógica rojiblanca? ¿Cuántas veces este año nos hemos visto en situaciones límite y el equipo ha dado la cara? Exceso de confianza cero, pero a este equipo le va la marcha y nosotros, aunque agotados, hemos de seguir confiando. A mí no hace falta que nadie me lo diga: si no creo en este equipo, difícilmente voy a creer en nada en esta vida. Este conjunto de preguntas retóricas y contradicciones no son más que una excusa para pasar el tiempo mientras el reloj camina lento hacia las 18:00 del sábado... No va más.

Al acabar ese duelo, se sabrá el ganador de una liga que al principio daba risa floja el pensar conquistar. A cualquiera que lo hubiera dicho con firmeza allá por octubre le hubiéramos puesto la camisa de fuerza... Y ahora sería la guinda, sin ella, todo tendría menos sentido. Dejaría una sensación de vacío y cara de gilipollas importante. No sería un triunfo, sí sería loable, memorable, excelente, pero le faltaría el premio eterno, que no el sello de grandeza que yo por ejemplo guardaré (más allá del resultado). Eso de que "del subcampeón no se acuerda nadie" es una verdad a medias. Lo entiendo más bien como una herramienta motivadora que como una verdad, por mucho que la diga Don Luis entre otros. Yo sí recordaré a este gran Atlético, igual que nos acordamos del que perdió hace cuarenta años la copa de Europa. Y como muchos futboleros recordamos al EuroDepor, a la Hungría del 54, al Leverkusen del triplete de subcampeonatos, al Valencia de las dos finales de Champions perdidas o al Brasil del 82. Mas no es menos cierto que cada vez son menos los románticos como yo... Es innegable que sería un palo, y a ratos tengo miedo de que esto no se vuelva a producir en años y lo dejemos escapar tras tenerlo tan, tan cerca. Estaría igualmente agradecido, que no feliz. Y esa malévola opción está ahí, de hecho todo el mundo ajeno ya no confía en el Atleti, que a la primera que ha marrado ya vuelven a torcerle el rostro. En contraposición: ¿Y si se consiguiera cuando solo queda un paso? En un escenario tan mítico... Creo en la motivación de Simeone y en que no les temblará el pulso en este envite definitivo. Honor y sacrificio ante todo, así se saboreará mejor el desenlace. Yo mientras visualizo a Filipe llorando, al Cholo aplaudiendo a los jugadores al terminar, pero no sé si por haber ganado o por haber perdido. Lo que nadie nos podrá quitar es los buenos ratos vividos hasta entonces, y los que quedan por venir. Pase lo que pase, quedaremos los mismos de siempre, la vieja guardia, los que no duramos ni cinco minutos en una conversación con un desconocido para soltarle que somos colchoneros; mientras, el niño del anuncio de refresco que se hace del Atleti por una niñata probablemente vuelve a hacerse ciervo. Y así, cagado y cargado de valentía, embravecido de miedo, con vértigo a la estabilidad de estos días tan lentos, tras empezar hablando de mí, me despido justificando mi adicción reconocida. Para ello me remito como ya hice tiempo ha, a un fragmento de la película argentina "El secreto de sus ojos":

"El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de famila, de novia, de religión, de Dios... pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín... no puede cambiar... de pasión."


domingo, 11 de mayo de 2014

At. Madrid 1-1 Málaga (J37) - Basta ya Hitchcock!

titulo fotoEl destino sigue amagando con darnos una bofetada sideral. El Atleti salió a un campo engalanado y dispuesto a celebrar el título, cayó a las más abisales profundidades, volvío a la superficie y ahora espera para desenvainar en un último asalto ante un Barcelona al que parece que le invitamos a una copa con el ahínco del bebedor chulito que quiere emborrachar al abstemio bonachón. Huele mal, pero yo, muy en el fondo, creo bien. Por mucho que mi subconsciente viciado por esa falsa leyenda negra que la gente endosa al equipo me invada por momentos. Les pido que me nombren una vez más aparte de la final de la Copa de Europa del 74 en la que el Atlético de Madrid haya tenido mala suerte morrocotuda. A ver si ahora por no ganar trofeos con la frecuencia de otros vamos a ser el paradigma de hazmereír cuando infinidad de equipos ni sueñan ni soñarán con el palmarés de... digamos el último lustro. Intentando dejar atrás la impotencia y decepción, y ciñéndonos al partido, no se ha hecho un partido arrollador pero sí para ganarlo. Aunque un Málaga que solo trataba de perder tiempo y que no es manco por poco no se lleva la victoria. Me sé yo de uno que no va a pisar La Rosaleda mientras se acuerde: todo el año se han tocado los cojones excepto en tres o cuatro partidos. Y no me jode tanto por hoy, sino por el  resto del año. Hoy han hecho lo que tenían que hacer, como el Levante la pasada semana. Le pese a quien le pese (a mí por ejemplo). Volviendo a mi equipo, se ha notado la baja de Diego Costa, pero independientemente de eso: ¿qué les vamos a reprochar? Este año también ha habido partidos en los que se ha ganado sin marcar mucho la diferencia, así que es lo más normal del mundo que haya días aciagos como el de hoy. Tiene que ser difícil estar tan cerca de un objetivo tan utópico en un principio, seamos francos. Afortunadamente, en la final del próximo domingo nos vale tanto la cara como el canto de la moneda. Eso sí, delante estará un Barcelona al que ya no le acomplejarán sus malas actuaciones. Ambos se han clasificado para la final, y el ganador será el justo vencedor. En el post-mortem de Vujadin Boskov, "Fútbol es fútbol" más que nunca. Yo ahora espero que mi desánimo vaya dando paso poco a poco a la motivación de una cita que muy pocas veces se habrá dado en la liga. Quedan siete largos días de estar suspendidos en el suspense con puntos suspensivos... Habrá que centrarse en el trabajo, la novia, distraer la cabeza todo lo posible, no abusar de las charlas atlético-atlético y atlético-madridista/barcelonista y esperar el único final admisible. Por tus muertos Alfred no me jodas... ¡Dile algo tú Neptuno!

lunes, 5 de mayo de 2014

Levante 2-0 At. Madrid (J36) - Independiente

Esperemos que esto solo sea el último truco de guion de una buena película de acción en la que al final ganen los buenos. Porque si no, el dolor va a ser equivalente a la muerte de un familiar cercano. Tras la tortura de tres horas en avión sin saber si ese uno-cero al descanso iba a ser revertido, el mazazo de saber el dos-cero fue casi un alivio, porque ya sabía qué había pasado finalmente. Luego, sin saber realmente lo que conllevaba, me alegré como pocas veces del pinchazo del Madrid. Si fuese un aficionado inglés, malayo o norcoreano, probablemente me relamería con este panorama, pero de aquí al final va a haber que sufrir de verdad, no en la forma ignorante que tienen de encasillarnos algunos (aquí me estoy metiendo hasta con el himno de Sabina, y eso que me gusta mucho). Eso sí, aunque ahora no sea realmente consciente: bendito sufrimiento. El Atleti sigue dependiendo de sí mismo y pinchó, sí, pero no será tan raro cuando los otros dos también lo hicieron. 

El Levante fue el jodefotos de turno. Ole sus cojones, aunque les voy a coger manía. Es el primer equipo del que me compro una camiseta suya y osa de fastidiar al Atleti. Como esto acabe en drama, me veo haciéndola jirones. Los de Caparrós (por favor que no suene para el Atleti nunca jamás en la vida) fueron fieles a su estilo. Los granota (rana en castellano) han sido la plaga que fastidia nuestra travesía por el desierto, a la que ya queda tan poco. Este premio les llega quizá en contraprestación por los partidos que los nuestros se han sacado a regañadientes. No se puede ganar siempre, y no ha sido tan inesperado. Se reducen muchísimo las opciones de alirón en casa tras caer en este campo, de infausto recuerdo si uno echa la vista unos años atrás. Aún duele esa goleada que daba comienzo a nuestra peregrinación en segunda. Paradójicamente, el otro equipo de la ciudad valenciana es el que más ha contribuido a la causa colchonera. En realidad me gusta que haya alternativas y el resto de equipos den porculo hasta el final, pero espero que el Levante lo haga así siempre, no como otras veces

La lástima es la angustia hasta el próximo partido, que ahora se acentúa con el aumento de incertidumbre. Hay que desterrar conspiraciones ni hostias y dejarse de catastrofismos (sí, a mí también me cuesta). Y por supuesto, no oír a los gilipollas que piensan que el Barcelona se va a dejar ganar y tan solo tratar de sacar el próximo choque adelante. Pero tampoco olvidar a los tontos de siempre, que tienen que dar mala imagen de la afición del Atleti. Eso sí, ya que estamos, la misma mezquindad merece el insulto contra un familiar cercano, que el homofóbo, el físico, el social o el xenófobo. Y ojo, con esto no estoy quitándole hierro al asunto, sino todo lo contrario. No veo a nadie haciendo el primate cuando Miranda o Costa marcan. Volviendo a lo estrictamente deportivo, el Cholo sabe de esto, y cuando uno imaginaría que no se podía sacar ninguna lectura positiva, él tira de ironía y motivación. No hay que salirse de la ruta marcada. El mantra final-a-final cobra más sentido que nunca, sobre todo que ahora estamos tan cerca de El Dorado. Ahora pasemos página, que ya empiezo a estar hasta los cojones de tanta jornada treintipico. Estoy perdiendo vida cada semana. ¡Que termine esto ya! Primero ganar al Málaga, ahora que nos hemos dado cuenta, por si alguien dudaba, de que cualquiera te la puede liar o liarte tú solo. Como la vida misma...

jueves, 1 de mayo de 2014

Chelsea 1-3 At. Madrid "Vuela alto"

Tras la embriaguez (más futbolística que etílica) de anoche, no puedo menos que cumplir con mi obligación y rendir homenaje a este señor equipo. No se cansan de brindarnos noches mágicas. La de ayer fue una de ellas, con pasaporte a una final de la máxima competición a nivel de clubes del mundo. Una nueva y mareante cita con la historia que de momento dejaremos aparcada hasta tratar de ganar la liga. Quizás ese sea el principal defecto de servidor: no saborear totalmente los éxitos. Ayer pensaba igualmente en la posible lesión de DC que en disfrutar del espectáculo. Porque es que lo fue. Como un guion de cine. Torres nos lo ponía difícil mientras me dolía la vista de verlo hacer gol. Luego, cuando uno firmaba el descanso para rearmarnos en la segunda parte aparece Adrián (bien Juanfran). Lo tengo ya muy dicho: el asturiano se crece en las noches europeas. Ese empate psicológico fue la antesala del resto de emociones positivas. El segundo acto fue apoteósico. Las cosas cambiaron y lo que en la primera eran balones divididos perdidos y relativa incomodidad se tornó en este periodo en un saber estar y un cambio de registro para quitarse el sombrero y no ponérselo más hasta que apriete la calor de verdad. Me vienen a la cabeza nombres propios, cánticos de esa afición entregada, lances del partido... el penalty del suspense con el "Luis Aragonés" de fondo, el centro de Juanfran en el gol del turco, la furia y devoción de Arda en su celebración, las parada s de Courtois... Estamos de acuerdo en que el fútbol no es una cuestión de vida o muerte (coincido con Mr. Shankly en el principio de su frase) pero esto no quita que a veces le emocione a uno. No se paga con dinero el orgullo de poder ver a este equipo darse de hostias con la crème de la crème y los "tops" mundiales. Este Atleti, sin ser ya Aviación, es de altos vuelos. Te quiero Cholo.

PS: es harto incómodo escribir a miles de pies de altura. Pero la ocasión lo merece. Posiblemente bajo las nubes esté en este momento el Calderón. Me santiguo y me despido. Ahora a por el Llevant. No se admiten respiros de aquí al 24.