lunes, 6 de marzo de 2017

Presión contra la presión

Rompió el Atleti el panel contra incendios y sacó hacha y manguera para sofocar la alarma que había desencadenado la Real el viernes ganándole al Betis. Una cosa es que quede mucha liga (una eternidad) y otra ponerte quinto pinchando en casa. Los bares de presión se notaban en bares, casas y localidades del Calderón, imponiendo una atmósfera incómoda al partido. Así que para evitar que este Valencia que lo mismo le gana al Madrid que es goleado por el Éibar nos hiciera una de las suyas, los nuestros salieron a por el partido como si llevaran sin pisar césped un mes... Ni cansancio ni pollas. Fueron cayendo las ocasiones una tras otra, sobre todo por parte de D'Artagnan Griezmann y Athos Gameiro. Los franchutes coparon la lista de goleadores, pero bien pudo haber marcado hasta Fernando Torres desde el palco. 


Como nota curiosa, el ataque estuvo absolutamente polarizado en la banda de Paseo de Melancólicos y nada importaron los cambios en ambos equipos. Diego Pablo inyectó cloroformo y anabolizantes a partes iguales con Gaitán y Thomas, que participaron de alguna forma en el tercero y último de esta nublada tarde. Ahí descansamos los escépticos, porque de tanta ocasión fallida hubiera sido casi justo que nos hubiésemos llevado el sustito en forma de gol valenciano. Esa zozobra en los débiles de mente fue el único peligro de los de Voro. Sería injusto obviar que el desempeño valencianista fue paupérrimo. Por no hacer no hicieron ni faltas. El gilipollas de Parejo, que es clavao a uno que nos ha estado enseñando pisos estos meses, no sabía dónde meterse, y su defensa no solo tenía que lidiar con las llegadas colchoneras sino con increíbles cesiones comprometedoras fruto de la presión. El bueno de Mangala sudó tipex... y a Garay tan solo le vi actuar en la rueda de prensa y eso no habla bien del argentino. Siguen los ché, y no diré que me da pena, perdidos en el Corte Chino que les han montado en Avenida Suecia (ojalá no nos veamos en las mismas en breve).  Pero a todo ese despropósito contribuyó la saña de los nuestros, que no dejaron de buscar goles en ningún momento. Nada de pasos atrás. Presión desde el inicio, como el Atleti de las grandes noches europeas y tardes ligueras. Ese que parece tan lejano como si hubiera inaugurado en el 66 el Calderón por la voracidad y el materialismo de los """"malos"""" resultados recientes. 


Sensacional pues, el equipo en todas las líneas. Encima portería a cero, excelente noticia en los tiempos que corren. Yo destacaría, por motivos opuestos, a Hernández y Fernández. Éstos no tienen nada que ver con los desastrosos colegas de Tintín. Uno es el joven Lucas, que sigue cumpliendo intachable sus guardias de urgencia. El otro, que parece ir haciéndose joven, es Gabi, el miocardio de este equipo, imprescindible en el engranaje actual nos pongamos como nos pongamos. Y aún más imprescindible para lo que se avecina es esa premisa de todo gran partido del Atleti de Simeone. Porque lo del balón parado y la solidez defensiva está muy bien, pero ahora que no caen goles de córner a mansalva sino que se encajan a lo pinball, pocos nos acordamos de ese otro rasgo transversal a esos dos: la presión. La presión es el arma retráctil de este equipo, es el abrigo que tu madre te obliga a ponerte con 10 años, es la que con sus arreones da las eliminatorias y decantan los partidos anónimos jugada a jugada. Es, en definitiva, el corazón que menciona el Cholo en la rueda de prensa posterior al partido. Tres meses más.

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