viernes, 19 de abril de 2024

Blitzkrieg

La eliminatoria fue un vendaval sobre una margarita con espinas, y que al deshojarse terminó con la forma redonda y amarillenta del escudo del rival. Podría acabar aquí, pero hay que lamer la herida. Lo primero de todo, lo único bueno, que nunca tuve esa zozobra que quita días de vida: o estaba tranquilo o no daba un duro. Tuve problemas para seguir el inicio. En el resumen luego vi la de Morata, que junto a la de Lino (ay, Lino; ay, Memphis...) en la ida fueron definitorias sin definición. El extinto concepto del valor doble de los goles en las eliminatorias tomó un nuevo significado para mí. Porque de repente,  sin verlo venir, 2-0 y pal vestuario salvados por la campana. Cabizbajos al mirar el contador de gasoil y lo que había en boxes para sacar al cuadrilátero. Pero como siempre contra todo pronóstico, ahora era el Atleti quien tenía la suerte de cara y acto seguido Correíta enjugaba sus errores definiendo con un gol que nos volvía a dejar en las nubes. De esto fue la eliminatoria. Ambos equipos goloeando a rachas sin protector bucal que valiera. Nosotros eso sí, con ese favoritismo demostradamente infundado que todos teníamos siempre revoloteando, mientras pasabamos del oro a la mierda a cada espasmo de este duelo. Con el empate ya parecía todo hecho, incluso nos acordábamos de la de hace cuatro años ya en Liverpool, ¿por qué no remontar? Pero lo que nos vino fue algo más cercano a Leipzig, y la no excepción que descarta la regla de que al Atleti del Cholo tenga que echarlo siempre un primer ministro europeo. Volveremos a tener esperanza sí, venirnos arriba incluso, pero a sabiendas de que eso ya, pues no. Füllkrug, único acierto de mi predicción (aposté por un empate con Morata), lideró este nuevo doble gancho, que el mamón de Sabitzer, epítome de estas germanas eliminaciones tan irritantes y amigas del estupor, ejecutó. Su puto bigote nos terminó de dejar helados en ese infierno que no era el ruido ambiente, sino el sabernos fuera a cada minuto que el tiempo masticaba con atroz rapidez. Porque ni por asomo se atisbaba épica. Ya no quedaron más que concursantes de humor amarillo colgando balones a la olla que ni llegaron a la cocina.  Catarsis negativa. Sin horizonte. El miedo de no tener una ilusión, culpable de esto como vicio que es, rescatando por unas horas, una día a lo sumo, mi yo más responsable, pero constatando que esta mierda me tiene preso, tan hundido que incluso peco de imaginar lo bonita que hubiera sido esa semi contra el PSG, y aunque ahora me la suda la Champions, encima incorregiblemente me flipo y pienso que los podríamos haber eliminado y que lo único que ni cuadraba para ello es que anda por ahí el Madrid. Es el amor odio a esta competición esquiva. Si acaso veré las finales de Europa y Conference League. El Mundialito 2025 es un consuelo de chiste hasta que esto se me pase. En estos cuartos, muchos estrujamos el 'Nunca dejes de creer', y como de la confianza a la vanidad hay un paso, nos creímos superiores al Dortmund, aunque fuese por ser el peor del bombo con nosotros. Y ahora que estamos fuera dejo de creer, pero de incrédulo que me hallo. Nos acordaremos mucho tiempo de esta oportunidad perdida de romper nuestro techo tras la opción favorable que las bolas de Nyon nos brindaron. Cargamos por desgracia la batería de las derrotas para saber de donde venimos y acudir para celebrar a lo grande cuando se gane. Uno anhela la ataraxia, minimizar los sentimientos, pero esta pérfida miríada de cruces europeos que luego se tornan en las del cementerio... Esos iconos de ancla que simbolizan los pecios que minan nuestro océano de naufragios... Uno los contempla uno a uno, de más reciente hacia atrás, mientras se reafirma el mono de querer volver. Para ellos hay que desperezarse y mirar a los siete partidos de liga. Pinta mal esa visita al norte, pero también pintaba bien esta eliminatoria. No tengo ni puta idea. 

sábado, 13 de abril de 2024

Los deberes antes del examen

Estaba convencido firmemente de que ganábamos. Por eso, ni cuando me enganché al partido y vi que íbamos perdiendo. Con seguridad que hacíamos un Las Palmas. Me agarraba a que era tan evidente el posible pinchazo que no se iba a dar. También confiaba en que la coctelera de este aperitivo para el infierno amarillo funcionaría. Respecto a eso, al Cholo no hay quien lo entienda. Fffermiren sigue sin rascar bola, el chavalillo El Jebari y él fueron dos nombres que hubiera gustado ver. También es verdad que si por haber pecado de reservón hubiéramos palmado a ver qué ánimo tendríamos habiendo dilapidado de nuevo nuestro exiguo colchón, porque mañana el Bilbao verás como gana; ni borrachera ni pollias. No puede ser todo tan evidente. Yendo de nuevo al Girona, dicen que si se jugó 442 un rato, yo llegué más tarde y seguramente no me hubiera dado cuenta. En fin, yo mientras ganemos... Y encima con goal average incluido, como bien me chivo el Bati cuando estábamos doblemente tranquilos: porque el Girona no nos hacía ni cosquillas y porque después del achuchón del Borussia del otro día, cualquier cosa era una caricia.


Pero como digo, la cosa anduvo fea con ese gol del actual pichichi Dovbyk, que he tenido que mirar cómo se escribía. Por si acaso, quién sabe si será nuestro empotrador próximamente. Empatamos mientras tendía la roap, pero siempre que hay un penalty tengo más cague que esperanza. Menos mal que estaba por ahí "Antuán" (con voz de Juanfran) aunque tampoco nuestro ebanista es garantía 100%, ni mucho menos. A la cazuela el empat, y tras la ya habitual reinildada de ese posible penalty al Savinho ese: no deja la ruleta rusa ni en Ramadán el bueno de Mandava, logramos remontar en un gol con derroche de creencia. Bien Morata, ya te llegará el tuyo, más ahora que te has pelao. Por lo pronto el dos a uno de Radamel Correíta, de cabeza, no precisamente su especialidad, llegó de un genial rebañe de balón y asistencia del nueve de España. Ojo al no movimiento adrede de Nahuel Molina, para que luego digan. Me alegré muchísimo por todo lo que describo. Luego el purassso de Griezmann, donde me acordé de la frase de Roberto Solozábal: "El fútbol es uno de los deportes que más premia el error.". Porque todo viene de un mal centro de Rodrigo SexPaul. Aunque para error, la celebración entre Antoine y Rodri. Hay que quererlos, pero es pa matarlos. Este tres uno era oxígeno para un partido que se torció al inicio, se pudo volver a poner de nalgas, y en el que aunque los cambios no lo indiquen tanto, esta vez no se sufrió. El picorsito ya me lo noto, menos mal que el martes ya está ahí. Por favor, un penúltimo esfuerzo en Alemania, Atleti: haz que esos nombres que tanto pavor me han producido cuando he bicheado lo que ha hecho el Dortmund. Y aunque quedaría de lujo terminar con esa palabra que es lo único que nos preocupa ahora, yo tengo un hueco para acordarme de alguien que nos ha dado tantas alegrías y creo que es un buen tío, solo si acaso un poco bocazas cuando cree que está en su salsa, como yo.

Te banco, Germán Adrián Ramón 



jueves, 11 de abril de 2024

Dulciagrio

Parecíamos incrédulos ante el arranque. Esperábamos así a los nuestros, pero no a los rivales, con esos cagadones atrás. Con esa pingüe ventaja soñábamos llegar a Alemania, pero en la segunda parte, aunque tuvimos ocasiones, estuvimos demasiado sometidos. ¿Avaricia? ¿Cansancio? ¿Buen juego del rival? ¿Fatal de fútbol? ¿De todo un poco? Yo qué sé. Pero este a Atleti siempre le temo cansado, como si cada derroche físico fuera un niño palpando a ciegas en un museo de cerámica. También me veo con pocas soluciones de banquillo, sin embargo el negrillo ese de nombre raro que sacaron nos la pudo liar, pero Azpi nos salvó y encima creo que se nos rompió. Gran partido de todos excepto de Morata (nuestra única opción en la vuelta es un cabezazo tuyo), incluso de Molina. El testarazo de Julian Brandt, que cambió en partido con su entrada, dio fin literal a esa coda final, donde hasta Terzic parecía el Cholo, y que pareció estar jugándose ya en el Westfalenstadion, con nosotros nuevamente incrédulos. Hagamos un esfuerzo y quitémonos no obstante los fantasmas a manotazos de los hombros, valoremos la victoria que yo al menos hubiera firmado al inicio (los días lo harán por nosotros si no) y transformando este miedo final en el cuerpo podemos conseguirlo. Por suerte solo hay que esperar menos de una semana para saber si somos semifinalistas. 

lunes, 8 de abril de 2024

Heja BVB

Todo comenzó a principios del siglo XX, pero antes aún de lo que dicen los números de su escueto escudo. En 1901, una asociación católica llamada "Trinidad", fruto de la inmigración polaca, con vocación religiosa, pero aún más obrera y, por ende, ligada a los deportes colectivos emergentes, como el fútbol. La pelota, nunca mejor dicho, fue creciendo hasta que los curas censuraron y boicotearon las actividades balompédicas en esa agrupación, e irónicamente a muchos de sus miembros se les hincharon las bolas y fundaron su propio club de fútbol lejos del púlpito. El nombre, una genialidad: Borussia es el nombre latinizado de Prusia, pero también el de la publicidad de una cervecera cercana que había junto a la diana del bareto de reunión. ¿Quién no piensa en birra para completar el trío con fútbol y Alemania? Esa es la auténtica trinidad. Esta fundación rebelde, no para mayores de dieciocho, pero sí con ese número exacto de miembros iniciales, tuvo otra ocurrencia para tratar de ponerse a funcionar lo antes posible oficialmente en el plano nacional. Con la fiebre de inscripciones de clubes de fútbol en la época, había cola, así que para mover papeles rápido, aplicaron el ardid de registrarse como club de atletismo en 1909 (año oficial de fundación), y a posteriori de fussßal (cómo dejar la oportunidad para escribir la bella grafía alemana de la Eszett).  Actualmente, aparte del fútbol tienen balonmano femenino y tenis de mesa, pero no nos adelantemos. En 1911 jugaron su primer partido, a rayas blanquinegras con franja roja, como se ve en la foto. Un par de años después ya adoptaron sus aurinegros colores actuales. El BallspielVerein (club de juego de pelota) Borussia, BVB para abreviar, ya estaba a punto, pero por desgracia la Primera Guerra Mundial se llevó por delante a la mitad de los fundadores, aunque la maquinaria futbolística no paró porque jugaron, entre otros, partidos a beneficio de la Cruz Roja. 

Poco a poco, todo fue volviendo a su cauce de progreso regional de la entidad. En 1924 hay un cambio de presidente, llega el jefe de una cerveza (otra) y decide que es hora de ampliar el estadio de aquella época, el Weißen Wiese (prado blanco) para convertirlo en el Borussia Sport-Platz. La broma por poco no acaba con la desaparición del club debido a la mala gestión de esta historia. Finalmente el propio presidente Heinz Schwaben sufragó el estropicio años después y todo quedó en un susto. Ahogados en las ligas de distritos, sin llegar aún al primer escalafón nacional, les salpica el nazismo y contemplan la reestructuración del ya de por sí caótico panorama futbolístico alemán en dieciséis Gauligen regionales. Fue en el 36 cuando de la mano del primer gran jugador de la escuadra: August Lenz, ascendieron a nivel Gauliga. Su división, Westfalia, una región histórica que pillaba parte de lo que es la actual región llamada Renania del Norte - Westfalia, en otras palabras, el motor industrial germano y también, con permiso de Bayern y Hamburgo, el corazón de la historia de la Bundesliga. En esa época convulsa siempre estuvieron a la sombra del Schalke 04, forjando la rivalidad que llega hasta nuestro días en forma de Revierderby (aunque los pobres amigos de Raúl estén evitando bajar a la 3. Bundesliga mientras escribo esto). Un año después de ascender, cambiaron de terreno al Stadion Rote Erde (tierra roja), lugar hoy en día de juego del Borussia II, anexo al estadio actual. Al acabar la guerra se limpiaron las entendibles manchas institucionales, y los éxitos comenzaron a llegar, esta vez en forma de la ahora llamada Oberliga (ahora jugaban en la división oeste). Luego el campeón nacional (recordemos que solamente dentro de la Alemanía Federal) se dirimía mediante un campeonato final entre los mejores de las cinco divisiones (Nord, West, Südwest, Süd y Berlin). Era un chocho considerable pero a la vez molaría ver cómo habría sido esto en España, aunque seguramente fuera así durante un tiempo anterior. Siempre me sorprendió cómo en Alemania se tardó tanto en centralizar la liga con lo organizados que son, aunque ¿qué se puede esperar de gente que a las 03:25 las llama 5 minutos para las y tres y media? Volviendo a nuestros amiguitos, como decimos comenzaron a campeonar, y lograron tres entorchados, que cuentan como ligas alemanas a todos los efectos: 56, 57 y 63 (la última edición jugada en modelo Oberliga, es decir, con el formato descentralizado).

En 1965 ganan la primera de sus cinco copas alemanas. Por lo tanto, en 1966 disputan y ganan la Recopa de Europa. Ahora que caigo, un chaval de veinte no sabe qué coño es una recopa... Lo más gracioso es que en cuartos de final se las vieron con nuestro Atleti de los Adelardo, Rivilla, Griffa, Jones, Luis Aragonés o Mendonça. Fue precisamente el angoleño el que en la ida, en un viejo Metropolitano que tenía los días contados, evitó la derrota cerca del final. Pero ese inquietante empate a uno fue el prolegómeno de una eliminación que llegaría con una victoria por la mínima de los SchwarzGelben con gol de "Emma" Emmerich, que junto a Sigfried Held formaba la dupla Terrible Twins, como les apodaron más tarde los ingleses. Lo que no sé es si fue por su desempeño con Alemania Federal en el Mundial Inglaterra 1966, donde el Dortmund fue el que más internacionales aportó, o porque éstos llegaron a la final recopera y se la ganaron a un Liverpool, del que aún nadie sabía con quien estaban hablando, sí, pero Liverpool al fin y al cabo. En la prórroga,  con un gol proto-Nayim de Reinhard Libuda (vaya naming  bello) ganaban el primero de sus dos "únicos" títulos europeos, entrenados por Willi Multhaup. Volviendo a la eliminatoria, he  buceado tratando de sacar más info y las crónicas glosan sobre un Atleti al que se le nublaba la vista en los últimos metros ante unos germanos más organizados y mente frías. Curiosa también una imagen capada que encontré de unos aficionados españoles con una pancarta que rezaba: 
"Aquí los hinchas de Wuppertal ¡¡AUPA ATLETIC!! RA..RA..RA.." 
Un lema que suena a vieja escuela vasca que tira patrás, y muestra de que venimos como club de donde venimos. Cuándo se torcieron las cosas, no lo sé yo. Por cierto, la imagen del párrafo que he puesto es de dicha vuelta, ni puta idea de quiénes disputan el balón.

Pero las penurias estaban a la vuelta de la esquina en forma de descenso a segunda. Estando allí, al menos recibieron la alegría del nacimiento del archiconocido Westfalenstadion, financiado con fondos públicos, no sin controversia, de cara al Mundial 1974. Finalmente, con un tal Mirko Votava contemplándolo en primera línea, el infierno terminó coincidiendo con la llegada al banquillo justo para la eliminatoria de ascenso de Otto Rehhagel (el que entrenó a Grecia en la Euro 2004). Curiosamente un par de años después terminó despidiéndose del banquillo borusser con un 12-0 infligido por otro Borussia, el del Mönchengladbach (fundado antes que el Dortmund, por cierto). Entrada de caballero y salida de burro la del bueno de Rehhagel. En el verano del 79 el Atleti hizo pretemporada en tierras germanas, y allí sufrió sendas derrotas de Stuttgart primero y de Borussia Dortmund después. Este partido lo he encontrado buscando "atletico dortmund amistoso". No está ni en infoatleti.com. Palmamos 3-1: en la primera nos adelantamos con gol de Luis Pereira pero remontaron a pesar de que Rubio falló un penalty y hubo ocasiones. Tras perder contra los de Udo Lattek, Luis Aragonés terminó contento: "Hay que poner más ilusión, garra y afán de pelea a lo largo de los noventa minutos. Solo de esta forma podremos estar en el grupo de cabeza de la liga". No he podido constatar que Votava jugara ese partido, pero seguro que algo se apalabró del futuro fichaje. Volviendo al Borussia, estar en primera ya era un premio, y por eso don Mirko prefirió pirarse un tiempo después al Manzanares, concretamente en 1982, y uno de sus primeros partidos fue final del extinto trofeo Villa de Madrid, donde perdimos nuevamente, por 0-2. Nos volvió a marcar Manfred Burgsmüller, de impecable apellido y cuarto goleador histórico y... un tal Zorc, que ya andaba por allí, puso la puntilla na más salir del banquillo. Pero los ochenta no fueron lo que se dice buenos para los amarillos, y se coqueteó más de una vez con el descenso, siempre con convulsiones las cuentas y discutiéndose la cantidad de espectadores (nada que ver con hoy). Hubo que esperar hasta 1989 para celebrar otro título, la DFB Pokal ganada al Werder Bremen, entrenado por Rehhagel de los huevos y con Votava titular enfrente (el mundo es un kleenex). Fue un contundente 4-1 y con dos goles del bicho que celebra en la fotaza del párrafo: Norbert Dickel. Aunque en esa final se esconde un nombre que será mucho más importante en la historia del Dortmund: Karl-Heinz Riedle, que había anotado el gol que adelantó al Bremen. Pero vayamos por partes, que ya queda poco. Vale, queda mucho pero esto es una maravilla.

Al poco tiempo llega el mítico Ottmar Hitzfeld con su gabardina y el equipo empieza a coger cuerpo hasta convertirse en un grande del fútbol alemán y europeo. Nombres como Andreas Möller, Matthias Sammer o Stéphane Chapuisat marcan la diferencia. Y luego... luego está Michael Zorc, nacido en Dortmund, one club man, jugador con más partidos, en la pomada de los máximos goleadores (el top 1 es Alfred Preißler, que si no se me pasa decirlo, y ojo que Marco Reus le tiene a tiro) y que encima se tiró la tira de tiempo de director deportivo. Zorc, "el hombre que siempre estuvo allí" o un rollo similar le llamaría Andrés Montes. Si eso no es „echte Liebe “ ("amor verdadero", lema del club), no sé yo lo que será. Prosigamos. Ya avisaron con un subcampeonato de UEFA contra la Juventus, con Andy Möller en las filas juventinas, ojo eh. Luego ganaron sus dos primeras Bundesligas en 95 y 96 (a diferencia de nosotros, sin doblete). Pero lo bueno de verdad les llegó en la 96/97. En la fase de grupos de la Liga de Campeones nos tocaron y nos dimos mutuamente. En la ida, un gol raro y solitario de Reuter, que encima parece que se ayuda con la mano, nos tumbó en un Calderón que estaba como en obras en uno de los fondos. La visita al Westfalen quince días después fue harina de otro costal, aunque empezó también con polémica: el gol de Herrlich parece en fuera de juego. Da igual, aún en la primera parte, entre un aluvión de ocasiones, empató Roberto Fresnedoso de cabeza y luego el legendario gol de Pantic desde casi el córner, sorprendiendo a Klos, que siendo honestos fue el que se lo terminó metiendo con el tarro, aunque ese gol es de Milinko. En la hemeroteca del Mundo Deportivo he hallado orito con el titular de Gil, aunque se ve como el culo.


Leyendo, todos estaban exultantes, Antic también, porque el equipo estaba en horas bajas en liga y la Champions era nuestra zona de esparcimiento. Tanto que quedamos primeros de grupo, muy a pesar en retrospectiva, como ya se explica en el correspondiente DeLorean colchonero. Ya sabemos lo que nos pasó con el puto Ajax, pero ellos, pues es que parece que le damos suerte a estos hijos de puta, porque al igual que con su Recopa, ganaron la Copa de Europa en el celebérrimo Olympiastadion de Múnich, contra la Juventus, verdugos en la UEFA del 93, no olvidemos. Recuerdo las preciosas equipaciones de ambos. Esa publicidad de Die Continentale  (aunque me ha dado bajón saber que era una puta empresa de seguros), ese amarillo indescifrable contra ese negro recargado es sencillamente la ostia. Y qué decir de los azulados turineses, con esa publi de Sony Minidisc, adornos dorados y esas estrellacas con campo gravitatorio propio: horteramente maravilloso. Todo perfecto para una tarde noche épica, de las primeras de mi infancia. Contra todo pronóstico vencieron los teutones, empezando con un 2-0, cortesía del ya mencionado Karl-Heinz Riedle. Yo no daba crédito. Para mí los italianos eran claros favoritos. En un momento dado se fundieron los plomos y mientras lo arreglaba mi padre, me dijo mi cuñado Ricardo, uno de los influencers futboleros de mi niñez: "Ya habrá remontao la Juve". Casi, pero no. Aunque acortó distancias con un golazo de Del Piero, los de Zidane y Vieri no contaban con la joven cenicienta por un día de Lars Ricken (otro one club man como la copa de un pino) y su golazo al primer toque desde fuera del área, dejando a Peruzzi siguiendo con la mirada cómo se les escapaba la primera de muuuuuchas Champions a la Juventus. Viendo las imágenes parece que la mayoría rozan la cuarentena y estaban en la flor de su carrera. Serán las ropas gigantes, los peinados o qué sé yo.

Ese 97 mágico culminó con la Intercontinental ganada al Cruzeiro de Dida y Bebeto. Dispendios económicos al calor de estos años de vino y rosas incubaban una crisis futura, pero antes se ganó in extremis la Bundesliga 2002 mientras el Bayer Neverkusen (a diferencia de este año) se desplomaba en todos los frentes. Además la dolorosa eliminación en fase de grupos a manos del Boavista brindó a nuestros enemiguitos la opción de ganarle la UEFA al Feyenoord, pero no pudieron ni con la presumible maldición del anfitrión, porque los neerlandeses ganaron en su propio estadio en un frenético partido en el que Amoroso y el gigantón checo Jan Koller no pudieron con Tomasson y Van Hooijdonk. Años raros en definitiva, máxime cuando la burbuja económica les explotó e incluso el Bayern de Múnich, leen bien, le fio dos euromillones para que los deuteragonistas del cotarro alemán pudieran seguir vivos y coleando. Para que luego maldigamos a los pobres bávaros por ganar siempre, ¿qué culpa tendrán ellos?

Esa deriva finalizó tras germinar la magnífica gestión del aún CEO Hans-Joachim Watzke, e iba a florecer poco después regada por el inefable personajazo de Jürgen, que en su etapa en Liverpool me empezó a caer gordo, pero que en el Borussia se consagró como el entrenador que todo director deportivo quiere para sí mismo. Klopp sacó jóvenes, dio con la tecla de los talentos extranjeros para plasmar una bonita idea de juego y bueno, qué decir de ese Dortmund que ganó dos ligas (2011 y 2012), la segunda con doblete. Aunque quizá el logro más reseñable no tuvo premio en metálico, y fue obviamente la Copa de Europa perdida un año después a manos del Bayern, en esa final que en vez de Clásico fue Klassiker en Wembley, donde Robben rompió su maldición poniendo el definitivo 1-2 en el minuto nazi después de que un joven y apuesto Gündogan igualara de penalty el gol de nuestro idolatrado Mario Mandzukic, tras un primer tiempo agólico. En el camino dejaron atrás en semis al Madrid con el póker de Lewandowski y por poco no les remontaen el Cuerna tras haber hecho el cabrón fallando lo infalible antes. Ese segunda parte fue espectacular en el juego de ambos y encima Mourinho mirando con envidia en pleno partido a los hinchas alemanes que animaban a destajo. Pero esta andanza del BVB (bé-fau-bé) no termina aquí. 

Días antes yo había ido, como ya relaté en su momento, a ver un derbi a Madrid. Solo. Bueno, solo, solo, no. Me acompañaba una puta camiseta del Borussia Dortmund que había comprado un mes antes, justo antes del sorteo que emparejó a los renanos con el Euromálaga, mi ciudad de curro. ¿Pa qué coño me la metí en la mochila? Mi patetismo llevando esa camiseta fue premiado con una dolorosa derrota in situ. Pero para dolor, el que sufrió el Málaga en la vuelta en el Signal Iduna Park (que por cierto es una puta empresa aseguradora: el downgrade desde el sector cervecero en los inicios hacia esto es notorio). En ese estadio mágico, parece que también siempre pasan cosas raras, pero esta se llevó la palma. Yo lo vi en el bar Parlamento, reserva a nombre de "Hálvaro", os lo juro. Gol de Joaquín. Empata Lewandowski al filo del descanso pero, bah, el gol fuera era oro. Marca Eliseu (en fuera de juego) y hasta le sustituyen en plan esto está hecho. El camarero dice que cuando pite el árbitro que no se vaya nadie con la algarabía, atisbando el locurón que iba a ser el pitido final. Pero empata Reus para el Boru, y en una lluvia de fueras de juego (añadidas a más de una amarilla perdonada tiempo antes), enterraron el bisoño sueño de un one hit equipazo como fue ese Málaga C.F. de Pellegrini, Caballero, WeligtondemicheliS, Jesusito Gámez, Antunes, Iturra pélate, Tu-Tu-Toulalan, Joaquín cuando no pensaba en la tele,  Isco cuando me caía  bien de capitán general, Baptista en forma, Roque siendo el de la canción que le compusieron y Saviola, Portillo, Camacho, Eli o Duda en la recámara... Es bucear por aquí y revivir mi el comienzo de mi época dorada. Pero lo cierto es que de aquellas yo tenía el corazón cuando menos fisurado, y aunque la máscara de Schmelzer o el gol de Felipe Santana son infamia, he de reconocer que en esa época andaba yo encoñadísimo con una malaguista, y un muchito de ese desamor me hizo alegrarme a ratos de que pasaran los alemanes, lol siento. 

Seis días antes había sido la magnífica ida, mi segundo partido de Champions, donde viví como nunca un ambiente de Copa de Europa en una Rosaleda que con voz de Bono se le podía cantar aquello de "Oh, you look so beautiful tonight". Me costó lo suyo pillar entrada, mucho más que la foto que me hice con una beldad germana en la víspera. Me cago en la puta que no encuentro la auténtica y tengo que subir esta con la cara del Pato Sosa de cuando hace años me censuraba mi cara, ¿a mí quién coño me va a conocer pa tener que taparme el careto? Os juro que era yo. Y os juro que ellos también eran un equipazo. Hummels estaba lesionado o algo pero vaya... el genio Reus, la vieja leyenda y nuevo director deportivo Kehl, el cabrón de Weidenfeller, los polacos de nombres de inframundo Piszczek y Blaszczykowski, obviamente el también polsovio Robert, y Götze llegando a su pico. Atmósfera inolvidable hasta cuando fui a mear. Allí se mezclaron aficionados de ambas partes y recuerdo el "Viaje con nosotros" de "La Orquesta Mondragón" en versión lo-lo-lo. "Qué bonita es la Champions...!", dijo alguien. "Aquí un maricón lo flipa...", dijo otro aún más ocurrente. Con la aprensión que me caracteriza en esos entornos, al final me tuve que ir al de las tías. Cero-cero tenso, mientras miraba casi tanto a las grada como al césped, y todo se decidió como ya hemos descrito. No se vaya nadie a mear que ya queda poco.

Un par de copas por aquí (una con Tuchel), un puñado de subcampeonatos de liga por allá (uno con Tuchel)... Y entre medias, previo al enfrentamiento de cuartos de Champions de este abril de 2024, el último precendente entre el Atleti y estos cabezas cuadradas, como decía don Felipe Vega (gracias por las revistas Kicker que me traías en mi infancia y que alguien me tiró). Lo que daría por tenerlas ahora, que soy un puto máquina en alemán para ligar... Corría 2018. Veníamos de ganar la Europa League de Lyon. Qué cosas de este Atleti contemporáneo. Un trofeo europeo, que no nos sobran precisamente, y lo recordamos como fruto de un bajonazo solo un poco más grande que la propia paliza que nos dieron los amarillos en la ida de fase de grupos. Nuestro actual pelucón, don Axel Witsel, en la flor de la vida entonces, cuando si no fuéramos unos tiesos nos tendríamos que haber traído, les puso por delante. Luego una serie de infortunios postreros, porque realmente no se hizo tan mal partido, nos dejaron un 4-0 el día que Filipe "entregó" su renuncia con ese fantasmagórico pase al rival en el cuarto gol. Por cierto, el tercero, de Jadon Sancho, para mantener la tradición, fue en Abseits...    en fuera de juego coño, que todo hay que traducíroslo. En la jornada de vuelta, también cronicado por aquí, sin apócrifos, ganamos bien en casa por dos goles. Reposteo la fotaza que hice para ese día, y así no tengo que buscar la puta camiseta de marras, que ni recuerdo si tenía la serigrafía de Marco Reus.

Y así llegamos hasta el hoy. Dortmund, una ciudad por y para el fútbol, que adora a un club cuyo escudo es el posavasos más bello, y que todavía tiene los puntos frescos de la herida de la última Bundesliga, donde la cagaron en casa con todo a favor contra el Mainz 05, el Maguncia, el equipo donde Jürgen Klopp llegó a ser algo como futbolista, pero siguen cómodamente asentados en los clubes de la nobleza el segundo puesto de la clasificación histórica liguera. A años luz del Bayern, pero con otro datito chulo: Nuremberg y Dynamo Berlin tienen un campeonato más, que la RDA también tiene derecho, e izquierdo. Nos encontramos además en un 2024 en que el Signal Iduna Park cumple medio siglo (como buena efeméride, palmaron en casa ante el Stuttgart). El estadio tiene que ser una puta pasada visitarlo, con la tasa de afluencia más alta de europa siempre, y con la joya de la corona, la inquebrantable pared amarilla de la Südtribune, sigue siendo la envidia de las gradas de animación europeas. Allí se jugaron excepcionales partidos como la final Liverpool vs Alavés o las semis Alemania vs Italia de 2006, quién sabe si la vuelta de estos cuartos engrosará esa lista. Ellos se jactan de tener el estadio más bonito del mundo y, copiando al dicho de Sevilla, lo peor es que puede que tengan razón. En el sorteo ambos nos hacíamos ojitos y bien que nos alegramos, pero a ver quién se alegra cuando el sudor y quizá la sangre empiecen a correr. 

lunes, 1 de abril de 2024

A gusto

Estos días anduve viendo vídeos de las promociones de mis primeros años futboleros. En una de ellas subieron por primera vez los rivales de anoche. Y ahora hace ya veinte años que un punto en ese horrible estadio no es malo. Me fui animando durante la semana, o mejor dicho, en los prolegómenos, con la equipación como espaldarazo final. Mi intuición, alguna vez tenía que ser, no se equivocaba. Creí y llegó esta balsámica victoria, sin olvidar que podríamos haber perdido pero aún menos sabiendo que hoy no solo no nos zarandearon, sino que jugamos bien mucho tiempo ante un equipazo "totalmente" que diría Joaquín. Me gustó de comentarista, así que déjate de gilipolleces fuera del fútbol, hombre. Lo que no me gustó fue el árbitro, qué tío más malo. Todo estaba en el alambre, pero logramos volver con los truculentos cambios del Cholo, que también parecían habernos liado. "Pa qué coño lo sacas?" Dijimos casi todos cuando salió Saúl. Será todo lo exjugador que sea, pero tiene gol, y con ese tirazo (vaya pase de Azpi) marca de la casa echando el cuerpo hacia delante nos dejó con sabor a gloria, en puestos europeos antes de seguir conquistando Europa. Porque tras este ejercicio de rebeldía, todo es perfecto para recibir este regalo que son los cuartos de final contra el Dortmund (artículo ya en el horno). Me alegro que quede aún más de una semana para saborear la previa infinita hasta esa tarde noche donde aún se verá el sol y olerá a azahar, para escenificar la Champions verdadera. 

lunes, 18 de marzo de 2024

Bajar

La primera parte ni la vi por la hora, al cuarenta iba 0-0, refresco al minuto y 0-1 con gol del niñato (no lo pienso ver). Una puñalada al páncreas fue eso, lo reconozco. Es ver esa puta cara afeminada me da ganas de vomitar y de pensar mil torturas. ¿A quién coño se le ocurre no poner cláusula del sentido común a este capullo cuya única motivación es jodernos? Y ¿a quién coño se le ocurrió fichar a ese tío dilapidando lo de Griezmann en vez de hacer un Simao-Forlán 2.0? Luego que sí, que muchas jugaditas, lo sabíamos todos, y muchos no nos quejaríamos, porque por algo se la habrían jugado tantísimo. El mayor error de la historia del Atleti.  Tuve el descanso para aclimatarme, y el puto Bati me sedó, y quizá también al propio equipo, con sus palabras de que estaba "convencido de que lo ganábamos". Que estaba "tranquilísimo" y demás mierda. Yo también esperaba un empatito, o mejor dicho, lo firmaba con sangre de otro sí hacía falta, así que me quedé incrédulo cuando llovieron los goles. También es verdad que las contundencias fueron un tanto dispares esta vez, pero el baile fue considerable. No me gusta nada esta sensación prepandemia de estar aún peleando la clasificación para la Champions y la propia competición, aunque esos cuartos sean gloria bendita. En ese trabalenguas nos podemos quedar sin lo uno ni lo otro. Dos semanas para descansar, si acaso hacer un calendario en sucio y escribir algo sobre la historia del Borussia Dortmund y de paso practicar mi alemán. Algo me dice que nos enfrentaremos de nuevo a estos cabrones, que ayer también vestían de amarillo, antes de que acabe la temporada, así que más le vale al Cholo comprarse una chaqueta nueva, para tener manga para los ases que nos harán falta si queremos hacer algo ilógico. Así estoy yo de pirao: por un lado sueño con ella y por otro veo chunguísimo quedar cuartos.

jueves, 14 de marzo de 2024

El opio del Atleti

Cádiz, tan presente en mi vida últimamente, fue una daga que neutralizó mi mono de Champions. Me dejó indolente, tristón a lo sumo. Incluso llegué a afirmar, sin arrepentimiento, que se podían meter la eliminatoria por el culo tras los esperpentos fuera de casa, tan grandes que, para compensar en esta cábala infinita que es el propio Atleti, no descartaba pasar a pesar del equiparro que era (y es) el Inter. Eso sí, faltaría más, ahí estaba yo con mi pantallita, jugándome una multa de Tebas, preguntándome a cada respiro que me tomaba en saques de puerta y demás el cómo sería estar ahí para vivirlo in situ. Para ser lo que fue esta noche inolvidable, no sufrí demasiado. El gol de ellos lo vi entrecortado y ya en repetición, con lo que la punzada fue menor. Luego el empate rápido. Se podía... aunque poco, y sobre todo, faltaría más, nunca di la espalda, me crecí paulatinamente, y aunque vi que los italianos eran mejores que nosotros durante gran parte de incluso la vuelta, y que por ratos no jugamos ni un pimiento, le echamos unos huevos como los que le agarraron a Savic, sin roja (al revés todos sabemos qué hubiera pasado) del Thuram este que ayer fue un bluff. Esta competición, de nuevo para bien o para mal, es lo mejor de la vida, y su picor en mi pecho iba haciendo efecto de forma inversamente proporcional al infiltrado tobillo de Antoine. Pero los cambios fueron buenos (hoy no es día para putear a nadie). Los escopetazos de Memphis atisbaban el paraíso. Luego la fallada de Riquelme (le falta músculo a este chaval pero le sobran pelotas). Ahí no podíamos evitar mirar a hace dos años, el City, y seguramente se preguntarían algunos si bastaba con darlo todo y llegar a la orilla ahogados, yo ni tuve tiempo para eso... Llegados ai rigori, a los que llegué con la mente limpia y con un año de Duolingo italiano a mis espaldas, yo SIEMPRE confié en Oblak como parapenaltis. Con él me vale siempre. Estos trances, para bien o para mal, son más llevables en el directo que cuando los imaginamos. Cuando estamos insultando a los tiradores rivales y apoyando con palabras a los nuestros, fruto de la desesperación, no hay tiempo para tanta angustia. Si acaso la cosa como anoche fluye bien, vaivenes, gritos sordos sin lágrimas, ansiedad desatada y finalmente felicidad sucia.  Hacemos lo que no hace nadie, ya sea para lo fatal o para maravilloso, como fue el caso anoche. Algo adictivo, para querar más, el año que viene y por supuesto éste. Hoy no hay espacio para los efectos secundarios de esta droga. Hoy, al contrario que en la víspera, lo que me da igual es la Copa del Rey, me da igual hasta la liga (esto serán pocas horas), me da igual todo, con tan solo poder vivir otro sorteo, donde los guiris y los nazis enteraos nos ningunearán como siempre, con lo que eso me gusta y jode. Esperemos, por diossss, que sin un puto español como rival, al menos en cuartos, y a disfrutar, al menos, de otras dos pipas bien cargadas de nuestro opiáceo orejón favorito, y al parecer también el de los jugadores, porque estos cabrones se estaban reservando para hoy en cuerpo y mente.